Escuela Bressol musical

Amar la música, aprender con ella, relacionarse, relajarse, trabajar psicomotricidad o simplemente pasarlo bien con nuevas historias y canciones de siempre. Este es el objetivo de la Escuela Bressol Musical, actividad que pretende mejorar la comunicación entre padres e hijos y reforzar el vínculo afectivo haciendo de la música el mejor instrumento. La iniciativa, impulsada por la Escuela de Música Manuel Lattur de Dénia, se puso en marcha a principios de octubre y va dirigida a los más pequeños de la casa: niños y niñas que no tienen más de tres años.

La escuela Bressol Musical, una experiencia pionera en la Marina Alta y que se ha desarrollado con éxito en otras comarcas, abrió sus puertas a principios de octubre con cuatro niveles: de 0 a 1 años, de 1 a 2, de 2 a 3 y de 3 a 4. Con una hora semanal, los niños se familiarizan con la música en compañía de sus padres, que participan activamente en las actividades. Todas se hacen con música, bien con grabaciones para ambientar las cuentas e historias que las cuentan o se sirven de instrumentos, preferentemente de percusión, para que los niños escuchen, descubran el ritmo y los hagan sonar.

"Es muy importante que el niño aprenda a escuchar, a estar en silencio y respetar a los demás cuando intentan contarle o comunicarle algo" señala Alicia, una de las monitoras, "y nosotros intentamos iniciarlos en ese tema". Destaca el momento mágico que se crea cuando se capta la atención de los pequeños haciendo sonar una compana, por ejemplo, o hacer saltar una rana. Pipo, un simpático muñeco que ya se ha ganado el cariño de los pequeños, es quien conduce las actividades. Marionetas, pañuelos, plumas, pompas de jabón, lápices e instrumentos forman parte del material básico del taller, que permite a padres e hijos vivir momentos muy especiales.

Cada ejercicio del programa, al que incorporarán creaciones, tiene una duración de alrededor de unos dos minutos. Se trabaja con instrumentos de percusión y otros más dulces como el arpa, el violín, la guitarra o la flauta; se hacen sonar melodías lentas con notas largas y suaves, pero también música más dinámica y que incita a un mayor movimiento, como el vals o el xaxáxano.

Los cuentos y canciones populares ocupan también un lugar destacado en la programación, que tiene carácter bimensual. De esta forma permite asistir a las clases durante dos meses y, si se desea, repetir al siguiente bimestre y así hasta el mes de mayo. "Las canciones de toda la vida, las de nuestros abuelos, pueden ser muy útiles a la hora de trabajar aspectos como la psicomotricidad, el movimiento, el lenguaje o la atención", señala la monitora Henar.

60 minutos que dura la clase y Pipo recoge los cascabeles que se han gastado en el último ejercicio. Los niños se arriman a él para ayudarle a meterlos en la cajita. Lo abrazan, le dan un beso y se despide de su mascota hasta la próxima sesión. Él es uno más a este juego de notas, ritmos, formas y colores que les permite divertirse con sus papás.

En 2010 la Federación de Sociedades Musicales de la Comunidad Valenciana galardonó esta actividad con el Premio Euterpe a la Investigación, Desarrollo e Innovación.

 

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